HISTORIA DE LA FIESTA DE LA VENDIMIA A TRAVÉS DE LOS SIGLOS
El vino ha estado ligado siempre a la historia del hombre, fue siempre tenido en gran estima y reverencia.
Hasta tener un gran dios, Baco, que mereció en la antigüedad pagana honor que muy pocos productos de consumo merecieron.
En la Antigüedad pagana
Ya en el antiguo Egipto se vendimiaba la uva de manera similar a como se hace en nuestros días, siendo los mismos vendimiadores quienes pisaban la uva.
Se sabe por narraciones antiquísimas que todo ello iba precedido por un largo ritual donde solían emborracharse tirios y troyanos
Los romanos vendimiaban primero la parte de la viña que daba al sol, existiendo expertos en vendimia que dirigían sabiamente todas las operaciones.
Una mayoría de los vendimiadores eran mujeres y lo mismo usaban las propias manos que tijeras adecuadas.
Era frecuente seleccionar en la misma viña la uva para mesa y la que debía pasar al lagar.
Estas fiestas, comunes en Roma y en la Grecia clásica, desembocaron en auténticas bacanales donde los participantes se coronaban la cabeza de
pámpanos y se mostraban a Baco con cara de niño, dando a entender que los buenos bebedores no envejecen nunca.
Para los cristianos representaba el vino un don supremo del Señor, nadie ignora su significado evangélico y tales poseían un sentido religioso muy trascendente.
El pueblo elegido
Si miramos detenidamente las Sagradas Escrituras nos damos cuenta rápidamente de que la vendimia poseía para los israelitas un significado mítico.
Comenzaban la vendimia a principio de septiembre por las zonas más calidas del país, para finalizar a últimos de octubre en los terrenos más fríos.
Esto se debía a razones muy concretas, en noviembre comenzaban las operaciones de siembra del cereal y así empalmaban una faena
agrícola con la otra, reduciendo al mínimo el quedarse sin trabajo en el campo.
Resultan muy anecdóticas y curiosas las normas del pueblo judío donde se ordenaba a los vendimiadores que debían de dejar algunas
uvas en las cepas disimuladamente para que pudiesen buscarse el sustento los huérfanos y las viudas que se dedicaban a la rebusca.
En Israel se pisaba la uva nada más cortada de su tallo, estando los lagares instalados al pie de las viñas
En cuanto a las fiestas, eran sencillas con alguna metedura de pata, como en nuestros días, que se recriminaban por quienes cuidaban el tesoro
espiritual del pueblo elegido, y en las fiestas participaban por igual todas las clases sociales.
En la Edad Media y Renacimiento
Poco se sabe al respecto de lo que sucedió durante toda la Edad Media. Se deduce por la preponderancia de todo lo religioso en la vida social
de esta oscura etapa del peregrinaje humano, que debieron tener un tono sencillo, acorde con la mentalidad de los celebrantes; así partimos
del enfoque actual de algunas fiestas de la vendimia que tuvieron su origen en el medievo, por lógica se desvanece por completo,
ya que en ellas palpitan ciertos atisbos de esencia pagana.
Este paganismo es una mezcla de ritual carnavalesco y desenfreno ante el odre embriagador líquido.
Aquí no hay conjeturas cuando viene el Renacimiento. Los renacentistas estimaban poco la vida, pues siempre la tenían
vendida ante las interrumpidas guerras, y fueron siempre imitadores a ultranza de todo lo clásico romano y griego,
pues copiaron las bacanales y liviandades de aquellos.
Los países europeos
Dentro de la Europa occidental y estudiándola por separado, en muchos de estos países vemos cómo las conmemoraciones de fiestas de la vendimia,
han sido una sagrada tradición a través de los tiempos.
A partir de la alta Edad Media, en Italia y en la región del Rin, pero sobre todo en Francia, tanto la viticultura como el comercio del vino ejercieron
una sensible influencia sobre el desarrollo de los municipios, teniendo que conceder ciertos derechos, franquicias y privilegios a las colectividades de
productores y por consiguiente a la autoridad municipal. Así es como la historia del vino se encuentra frecuentemente ligada a los acontecimientos políticos.
Siendo los franceses pioneros en el arte de los festejos vitivinícolas de recolección de uvas, sus campos siempre estuvieron plantados de viñedos
muchos siglos antes de la dominación romana, asegurándose que los celtas fueron maestros consumados de la vitivinicultura.
Toda la parte meridional del país vecino gozó en la antigüedad de buena fama y no sería de extrañar que de allí provinieran las fiestas que se han
venido celebrando a través de los siglos hasta nuestros días.
No debemos olvidar a Vevey, Austria, la ciudad europea donde las fiestas de la vendimia tienen un mayor esplendor y tradición,
pues se remontan a los inicios de la Edad Media y han conservado toda su pureza y originalidad año tras año con un progresivo aumento de festejos
y espectáculos, desfiles ataviados a la antigua usanza, hasta bailes de tipo moderno, pasando por mascaradas, y fuegos artificiales.
Y el clásico pregón reposado y ceremonioso.
Nos cuentan las viejas crónicas del lugar que allá por el 1920 acudieron a Vevey más de 600.000 personas.
Pensando que hoy en día con los actuales medios de comunicación la afluencia se habrá triplicado.
Muy poco nos cuenta la historia sobre las fiestas de la vendimia en nuestro país en aquellos tiempos,
existiendo la creencia de que siempre han tenido un carácter religioso.
Nuestro Renacimiento pasó como más moderado que en los países centroeuropeos en lo que respecta al paganismo que envolviera
entonces a las solemnidades del vino. Respecto a la Edad Media, vemos como en el libro de los Consejos de Castilla ya se ocupa del vino,
de sus efemérides, y del uso que debían de hacer los hijos de los reyes, duques o señores feudales que no tardaron en seguir el ejemplo de los religiosos.
Actualmente hay distintas ciudades donde se celebran fiestas de la vendimia, las más antiguas: Requena, Jerez, Sigtes,
Condado de Huelva, La Rioja Logroño, Valdepeñas, Ciudad Real, Tomelloso, Cariñena, Barcelona, Almendralejo,
y muchas otras ciudades de distintas denominaciones de vinos.
Vaya un brindis por nuestra Fiesta de la Vendimia, por los hombres que la hacen posible y que, de un modo u otro,
luchan porque el vino goce del lugar de privilegio que le corresponde, y sirva como promoción a nuestro preciado líquido.